Cuando quedamos en embarazo, o por lo menos a mi me pasó; una de las primeras cosas que se me vino a la cabeza, fueron esas imágenes que hemos visto en tv, de sangre, gritos, sudor y mucho dolor de un parto natural.  

Entonces empecé a preguntarme, bueno y … ¿Yo quiero pasar por eso? ¿O será más fácil hacer una cesárea y salir rápido y sin dolor de eso? 

Como muchas otras cosas en esto de la maternidad, pensé que eso era algo que yo podía decidir y controlar, y sí, pero no.

¿Cómo así?

Después de  buscar mucho por internet y leer el libro “LA VIDA SECRETA DEL NIÑO ANTES DE NACER” del Dr. Thomas Vemy y John Kelly, que también les comenté en el post anterior, “decidí” tener un parto Vaginal, por sus múltiples ventajas.

 Es un proceso natural

 Tiene una recuperación mucho más rápida

 Al estar de inmediato con tu bebé, se genera un vínculo mayor

 Al salir por la vagina, se fortalece el sistema inmune del bebé

 El bebé expulsa todos los líquidos de sus pulmones y recibe mayor oxigenación.

 Se activa la energía y el instinto de defensa del bebé.

Aunque también analicé las desventajas:

 Se pueden presentar complicaciones como hemorragias, coágulos o bloqueos intestinales.

 Hay riesgos de sufrir un desgarre

 Puede durar horas y no sabemos cuando pasará

 Se puede sufrir de incontinencia posparto

Sin embargo, mi ginecólogo durante las consultas y mediante iba avanzando el embarazo, empezó a hacerme algunos comentarios que poco a poco me iban alejando de mi decisión y de la posibilidad de tener un parto vaginal:

- Hay que esperar a ver si se voltea y encaja bien

- Tenemos que ver si tu pelvis tiene la capacidad

- Tenemos que asegurarnos de que todo este bien

- Yo no quiero poner en riesgo tu vida o la de tu bebé 

¡Y empecé a dudar!! Y aunque el deseo seguía intacto, comencé a averiguar por la cesárea y sus ventajas y desventajas:

 Se puede programar

 La duración del parto es muy corta

 Se evitan desgarres o una posible episiotomía

 No hay dolor

 En situaciones extremas o complicaciones es beneficiosa.

 Es más costosa

 Es una cirugía, por lo cual representa mayores riesgos de infección

 No estimula los sentidos del bebé

 Disminuye el vínculo afectivo al no generar oxitocina.

 La recuperación es mucho más dolorosa y lenta

 Se pierde el doble de sangre que en un parto vaginal.

A pesar de lo que me decía el ginecólogo, seguí reforzando mi idea de hacer vía vaginal, no porque la cesárea sea mala, sino porque me sentía más afín al parto natural, me sentía más segura y tranquila. En este link, te dejo un documento que te puede dar más información sobre los 2 tipos de parto. www.arsmedica.cl/index.php/MED/article/download/532/669

Pero ¿Qué pasa cuando te dicen 1 mes antes de tu parto que tu bebé tiene el cordón enredado a su cuello y que no puedes tener un parto natural?

Por alguna extraña razón, inicialmente no tuve temor por Paulina, (no sé si fue ese sexto sentido, pero había algo que me decía que ella estaba bien), o si fue mi “obsesión” por un parto natural lo que me estaba cegando.

En ese momento se abrieron 2 caminos para mi:

1. Rendirme

2. Seguir con mi decisión hasta el final.

Algo se reforzaba en mí y seguí mi intuición: Paulina está bien y no hay peligro.

Sí, soy terca, muy terca y por lo tanto, ya saben cual camino seguí. Perooo empezaron a aparecer los miedos, me sentí desorientada y sentí culpa…

¿Será que por mi terquedad, estoy poniendo en riesgo su vida?

Por eso tomé otra decisión: Voy a investigar, voy hacer las cosas bien.

En 15 días, me hice otras 2 ecografías, varios monitoreos y cambié de ginecólogo; Paulina no tenía el cordón enredado, tenía algo así como un collar, pero no le daba la vuelta completa; la nueva ginecóloga revisó todos los exámenes y consideró que se podría hacer el parto de manera natural monitoreándolo todo el tiempo y con la salvedad de que si algo se complicaba en la marcha, nos iríamos de cesárea.

En resumen me aseguré de que todo estuviera bien y me arriesgué con el corazón en la mano.

Fueron 8 horas de parto, totalmente quieta, llena de cables e incertidumbres. Les aseguro que así no lo soñé, pero sabía que estaba haciendo las cosas bien. Las enfermeras me advirtieron que si bajaba la frecuencia cardíaca de Paulina, tenía que avisar inmediatamente.

Mientras monitoreaba el corazón de Paulina después de 7 horas de trabajo de parto y ya en 7 cm de dilatación, la frecuencia cardíaca de la Paulina comenzó a disminuir; todo en mí se derrumbó, empecé a gritar, a llorar, a culparme, a arrepentirme, a morirme por dentro… Pero llegaron a ayudarme,  todo fue una falsa alarma, lo que pasó fue que se movió el monitor y perdió contacto…  ¡Ufff, qué alivio!

Paulina nació en perfectas condiciones. El cordón era muy corto y no estaba enredado…

No es parto natural o cesárea, es lo que tú como mujer sientas, lo que te haga sentir bien; si tu intuición te hace dudar, busca una segunda opinión, pero no dejes que nadie decida por ti; lee, escucha, siente y haz lo que tengas que hacer con responsabilidad, por ti y por tu bebé.